Ayuda Mutua

Reflexiones sobre las alternativas al fin del capitalismo

Extractivismo y neoextractivismo las dos caras de la misma maldición

El siguiente texto es una traducción extraida del texto1 de Alberto Acosta: economista ecuatoriano, profesor e investigador a la Facultad de Latino Americana de ciencias sociales

En la trampa de la maldición de la abundancia

Aunque parezca increíble observadores recientes afirman que la pobreza en muchos países está vinculada a la presencia de abundantes riquezas naturales. Los países ricos en recursos naturales, cuya economía se apoya principalmente en su extracción y en su explotación tienen grandes dificultades para desarrollarse. Sobretodo aquellos que poseen en abundancia una o varias materias primas parecen condenados al subdesarrollo. Esta situación se agrava sobretodo para aquellas economías que dependen del petróleo y de minerales para financiarse, estos países quedarían atrapados en una lógica perversa llamada “paradoja de la abundancia” o “maledicción de los recursos naturales”. Según la BID (Banco Interamericano de desarrollo). Cuanto más rico es un país en materias naturales, más tiempo tomará en desarrollarse.

Qué se entiende por extractivismo?

Es un modo de acumulación que comenzó a forjarse hace quinientos años. La conquista y la colonización de América, de África y de Asia marcaron el comienzo de la estructuración de la economía mundial. Las regiones se especializaron en la extracción y en la producción de materias primas, es decir de bienes primarios mientras que otros juegan el papel de productoras de bienes manufacturados. Las primeras exportan la “naturaleza” y los segundos la importan.

El extractivismo ha sido un mecanismo de saqueo y de apropiación de tipo colonial y neo colonial. Este extractivismo con el tiempo se forjó en la explotación de materias primas indispensable al desarrollo industrial y al bienestar de los países del Norte. Se agrega a esto que la mayor parte del producto de empresas extractivistas no es destinado al mercado interno sino principalmente a la exportación.

Nada ha cambiado aparte que algunos países han cambiado algunos elementos del extractivismo tradicional debido a una mayor intervención del estado en estas actividades. Entonces el modo de acumulación extractivista parece estar en el centro del proyecto productivo de gobiernos neo liberales y capitalistas. Hay que recordar que las empresas transnacionales y los gobiernos cómplices evocan exclusivamente “enormes” reservas petrolíferas y mineras convertidas en valores monetarios, así se busca a influenciar la opinión pública en favor de estas actividades.

Algunas patologías del extractivismo

El punto de partida de esta cuestión es, radica en la forma en que se extraen y explotan estos recursos, y la manera en que se distribuyen sus frutos (Jürgen Schuldt , ¿Somos pobres porque somos ricos?, Recursos naturales, tecnologia y globalizacion, Lima, Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2005. Alberto Acosta “Petróleo, rentismo y subdesarrollo, Una maledicción sin solución, Nueva Sociedad N.º 204 Julio-agosto 2006 y Alberto Acosta, La Maldición de la abundancia, Quito, Swissaid/Abya Yala, 2009).

Por supuesto, hay otros elementos que no se pueden corregir. Por ejemplo, algunas actividades, como la minería de metales a gran escala, que es inherentemente dilapidadora, nunca pueden ser «sostenibles». Además, un proceso es sostenible si puede mantenerse en el tiempo, sin ayuda externa y sin agotar los recursos existentes. Sostener lo contrario, incluso en nombre de una fe ciega en el progreso tecnológico, es defender un discurso distorsionado (Un medio útil para demostrar los mitos de la megaindustria minera transnacional es el ideado en Argentina por el Colectivo Voces de Alerta 2011).

La historia de América Latina nos enseña que este proceso extractivista ha provocado una pobreza generalizada y crisis económicas recurrentes, al tiempo que ha reforzado una mentalidad «rentista». Todos estos factores acentúan la debilidad y la insuficiencia de las instituciones democráticas, alimentan la corrupción, destruyen las sociedades y las comunidades locales y deterioran el medio ambiente. Las cosas se complican aún más por las prácticas clientelistas y patrimonialistas, que contribuyen a frenar la construcción de la ciudadanía.

Este tipo de economía extractivista provoca una degradación grave e irreversible del medio natural. Del mismo modo, son innumerables las tragedias humanas y los casos de destrucción de los bienes culturales de muchos pueblos. Los residuos mineros, acumulados durante muchos años, pueden extenderse y contaminar, especialmente con metales pesados o drenaje ácido de rocas. El agua deja de ser apta para el consumo humano y la agricultura. Estos costes ocultos son ignorados por la sociedad.

Esta «obsesión exportadora» frena la creatividad y no estimula a los empresarios del país. Asimismo, dentro del gobierno, y en amplios sectores de la sociedad, existe una «mentalidad proexportadora» casi patológica, basada en el famoso lema «exportar o morir», que lleva a descuidar las enormes capacidades y posibilidades que existen en América Latina.

El neoextractivismo, versión contemporánea del extractivismo.

Llegamos a una paradoja: hay países muy ricos en recursos naturales y que pueden incluso registrar importantes ingresos de dinero pero que no han logrado sentar las bases de su desarrollo y siguen siendo pobres. Son pobres porque son ricos en materias primas. Lo que se hace es eliminar otras formas de trabajo basadas sobre el esfuerzo humano que sobre la explotación implacable de la naturaleza.

Los gobiernos progresistas de la década del 2000 prolongaron las políticas de extractivismo neo liberales reorientando algunas de estos ingresos hacia proyectos sociales. Una manera de mejorar los ingresos de los pobres sin tocar el de los ricos. Con esta postura nacionalista el Estado trata principalmente de tener un mayor acceso a los recursos naturales y a los beneficios de la extracción y de ejercer un mejor control. Incluso se aceptan algunos daños ambientales y sociales graves a cambio de beneficios para la colectividad nacional. Con este fin el estado captura ( o hace el esfuerzo de capturar) una mayor proporción del excedente producido por los sectores extractivistas. Además una parte de estos excedentes sirve para financiar proyectos sociales importantes y masivos lo que asegura nuevas fuentes de legitimación social. Y de esta manera el extractivismo aparece indispensable para combatir la pobreza y sostener el desarrollo.

Del desarrollalismo senil al post-extractivismo

Tenemos que elegir otro camino que nos aleje de las visiones ortodoxas que nos mantienen en la subordinación al poder transnacional. Por esta razón, una de las tareas mas complejas es de elaborar y aplicar una estrategia post-extractivista. Pero esta economía no se hará de un día para el otro. Es difícil pensar en cerrar brutalmente los campos petrolíferos y menos los que están ya en explotación. Pero esta transición nunca se convertirá en una realidad si seguimos extendiendo las actividades extractivas y si nada hacemos para reducirlas poco a poco mediante un proceso correctamente planificado. Esta transición ciertamente no es fácil en un mundo capitalista impensable sin la extracción de recursos como el petróleo, minerales y el bosque. Llevar a cabo esta transición es la tarea del momento que apela a todas las fuerzas del pensamiento crítico como también a la creatividad de sociedades y de organizaciones sociales. Los esfuerzos realizados para pasar al post extractivismo deben ir de la mano con la decrecimiento económico o al menos un estancamiento del crecimiento económico del Norte, tema que preocupa actualmente esos países. El camino que tomaremos para salir de la economía extractivista es hacerla cohabitar durante algún tiempo con actividades de este tipo y hay que tener en cuenta un punto crucial : el decrecimiento planificado del extractivismo porque la naturaleza no puede seguir siendo degradada y saqueada.

Esta opción favorecerá el desarrollo de actividades durables en el campo de la agricultura, la industria manufacturera, y sobretodo el conocimiento…

El éxito de esta estrategia de transición social, ecológica, económica y cultural dependerá de la coherencia y ante todo del apoyo social que ella reciba.

Lo que se quiere es construir economías sostenibles, es decir diversificadas en sus mercados y en sus productos capaces de crear empleos de calidad, equitativas, respetuosos de las diferentes culturas y de la naturaleza. Sobre este punto es conveniente trabajar a una reapropiación de las cosmovisiones indígenas según las cuales los seres humanos no solamente viven en harmonía con la naturaleza pero hacen parte integrante de ella.

El reencuentro con la naturaleza es uno de los puntos prioritarios del programa, esto requiere superar los esquemas y prácticas centradas en la explotación y la apropiación de la naturaleza.

Los objetivos económicos deben subordinarse a las leyes del funcionamiento de los sistemas naturales, sin perder de vista el respeto a la dignidad humana y el mejoramiento de la calidad de vida de las personas y de la comunidad.

Bibliografia

1. Le piège de l’abondance. L’écologie populaire face au pillage de la nature en Amérique latine. Nicolas Pinet. 2019
La trampa de la abundancia. La ecología popular frente al saqueo de la naturaleza en América Latina. Nicolas Pinet. 2019
https://editionsatelier.com/boutique/ecologie-climat-environnement/93-le-piege-de-l-abondance–9782708246089.html

Deja una respuesta